Redondela, una nana que quiso ser... vida.



Redondela, una nana que quiso ser... vida.

En una esquina, una mesa, alrededor algunas sillas,
el sol calienta la acera por donde la gente camina,
me siento esperando a las cuatro, una cerveza es mi compañía
mientras oscura como la mesa, tu pena se vuelve mía.

Aquí nace en Redondela, un poema de dolor... sueño de muchos días
marcado por su destino que Dios lo quiso así
y se cumple su ley divina,
aceptarla, no es fácil cuando se apaga una pequeña vida.

La rabia nos lanza gritos, el dolor ni a Dios verlo en misa,
¿hasta cuándo -nos preguntamos- tenemos que seguir sufriendo,
o es que tan mal lo hemos hecho en la vida?
y así, en una silla negra, en Redondela, tu dolor forma parte de mi vida.

¿Y para qué sirve tanto dolor...? yo creo que forma parte de la alegría,
es como si el dolor que sufrimos las noches de angustia fría,
nos hicieran incrementar las gotas de amor
que aquí en Redondela, siente mi alma por ti... vida mía.

Hoy tal vez no tengas humor, hasta para leer mis tonterías,
hoy no tendrás ganas de reir, ni de oir a un pelmazo sus boberías,
pero yo desde aquí, en Redondela, en una cafetería,
intento soplarle al viento y que él te lleve mi alegría.

Como último pueblo que besa el mar de nuestra ría,
como último rincón a donde llegan los amores y las desdichas,
estoy seguro que el manso viento de amor que aquí se respira...
te llevaran consuelo,cuando las lágrimas con el sueño... queden vencidas.

Y yo... permaneceré allí, en el rincón de tu cama donde no me miras
soñado tus besos como las vidas que se van un día,
mientras aquí en Redondela, y manso aire y su brisa
darán nueva vida en alguna cama y quiera Dios... que viva

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