En ... SEMANA SANTA ... Añoranzas de mi madre



Añoranzas de mi madre

Sentado en un banco y al respaldo de una joven palmera,
espero a la gente que debe venir... y no llega
en esta ciudad donde hace tantos años
mi pobre madre, con dolores, a parir me trajera.

Y aquí grité por primera vez, aunque seguro, Pontevedra no dijera
y aquí me bautizaron y los ojos abrí, desde alguna habitación pequeña
que quiso mi madre traerme del pequeño pueblo al hospital
para que nada me faltara si en el pueblo no lo hubiera.

Siendo pobres, como todos los que habíamos nacido en aquella época,
mi buena madre hizo dedo por si alguien al pasar la trajera,
mi padre sobre el mar, la comida preparaba para la tropa marinera,
y yo, que quería salir... total para lo que vi... mejor no saliera.

Ser hijo único es estar condenado a la soledad como compañera,
no peleas con hermanos y el pudor te deja huella de inocencia,
te vuelves desconfiado si alguien te grita cerca,
y buscas el acurrucar de tu madre, sólo ella te entiende y te besa.

Pero te haces mayor y debes abandonar tu casa materna,
cambiar el amor más sublime por una que encontrastes en la acera,
y luchas por emplazarla y hasta pierdes de verla,
pero ella siempre está esperando tus migajas... por si llegas.

Y por ley de vida se va... y se te desgarran las venas
¡¡¡ antes estaba... aunque ver no la viera !!!
y comprendes cuanto perdiste por no estar más tiempo con ella,
y comprendes cuanto sufrió sus largas y vacías esperas.

Y ya nada es igual porque la mitad de ti, murió con ella
y ni esa de la acera, ni los hijos que tuvieras,
satisfacen el cariño que una madre te diera,
¡¡¡ amor como el de madre... sólo hay uno... mi madre buena !!!

Que más allá de la vida te consuela, y en las noches sueñas con ella,
amor es una palabra que damos a todas las de la acera,
pero sólo sentimos paz, protección y dulzura sincera,
cuando acurrucados en sus brazos sentimos...  ¡¡¡ ojalá no te fueras... !!!

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